viernes, 2 de agosto de 2013

RESPONSABILIDAD

La  semana pasada se produjo una de esas desgracias que nos dejan atónitos, que se llevan un montón de vidas por delante y que suscitan ríos y ríos de noticias reiteradas, de comentarios, de opiniones, críticas, confirmaciones y desmentidos.
Me estoy refiriendo, como ya supondréis,  al accidente de tren ocurrido en Santiago de Compostela  que ocasionó 79 muertos y casi un centenar de heridos algunos de ellos muy graves. No voy a añadir ni una palabra más a todo lo dicho estos días, a lo que aún se sigue diciendo, a lo que todavía dará de si la noticia en los medios de comunicación... voy a  hablar de responsabilidad.

Un accidente es producto de un montón de circunstancias que se conjugan en un instante para ocasionar la catástrofe, pero no son producto del destino ni de la adversidad, ocurren por que la responsabilidad que debería haber sido ejercida por unos y otros se convirtió en rutina, desidia o en algo peor.

El problema es identificar y aceptar la responsabilidad de cada uno para conocer la verdad de lo ocurrido, las causas reales y poder corregirlas en un futuro. Identificar los errores es el único medio de no repetirlos aunque para ello haya que aceptar nuestra parte de culpa y asumirla con las consecuencias que eso pueda tener, sociales, económicas, políticas, penales y por supuesto personales.  
Sin embargo lo habitual es intentar buscar un culpable que cargue con lo sucedido y dar carpetazo al asunto. Como normalmente no hay una sola causa, asistimos abochornados al cruce de culpas que los distintos protagonistas del suceso se lanzan unos a otros sin que haya el menor atisbo de buscar las razones reales de lo ocurrido. 
Nadie es el absoluto culpable pero tampoco nadie da un paso al frente para admitir que tuvo su parte de culpa, cada uno interpreta la realidad del modo que más le conviene y depende de a quién escuches, la culpa será de la administración, de la empresa o del profesional correspondiente. 

Todo esto aderezado con el espectáculo de los medios de comunicación que harán de voceros de unos u otros según sus inclinaciones y que, al mismo tiempo publicarán rumores, opiniones y noticias cada cinco minutos sin preocuparse de si lo publicado es auténtico o de si habrá que desmentirlo en la siguiente comunicación. También ellos tienen su responsabilidad porque su información  actúa en muchas ocasiones de juicio paralelo sobre lo sucedido, antes incluso de que pueda actuar la justicia. 

Falta hablar de nuestra responsabilidad, la que tenemos como ciudadanos que opinamos, emitimos juicios de valor e incluso insultamos aprovechándonos de la impunidad de las redes sociales. 

Todo es legítimo en aras de la libertad individual, sin embargo nuestros actos no son inocentes porque siempre llevan aparejadas consecuencias para los que nos rodean. Ser conscientes de esta realidad nos obliga a ejercer la responsabilidad de ser libres.