Otra vez con las
batallas, las luchas, las guerras, los
héroes y las heroínas, los valientes,
los guerreros, las guerreras y toda la
jerga que rodea a los enfermos de cáncer y si son niños o adolescentes más.
Ya se que no lo hacen con
mala intención y resulta muy socorrido a la hora de escribir, mensajes
trascendentes, de esos tan bonitos que nos envían cada poco en las redes y que
llega un momento en que te inducen a vomitar porque ya no puedes con tanto
azúcar, ñoñería y pamplinas.
Pues no, los enfermos de
cáncer no son héroes por la sencilla razón de que un héroe es aquel que puede
elegir entre varias opciones y consideramos heroica su actuación porque elige
lo difícil, lo que nadie le exigía y casi siempre en favor de otros y no en favor de sí mismo.
Los enfermos de cáncer no
tenemos elección, ni somos valientes, ni ejemplos de vida, ni ayudamos a nadie.
Sencillamente nos tocó la enfermedad y tuvimos que hacer lo que tocaba para
curarnos e intentar sobrevivir. Nos tocó como a otras personas les toca una
esclerosis múltiple, un enfisema pulmonar, una insuficiencia coronaria, o
cualquiera de esas enfermedades que ponen en peligro nuestras vidas y que
cambian nuestras rutinas cotidianas. Alguna de esas enfermedades que nos pone
al borde de lo que llamamos vida y nos hace plantearnos algunos de los valores
y parámetros con los que hasta entonces veníamos gobernando nuestra existencia.
No tenemos ningún mérito,
cualquiera en nuestro lugar hace lo mismo, porque no te queda otra. Los que hemos pasado por los tratamientos sabemos que enfrentarse a un cáncer o a cualquier otra enfermedad dolorosa y limitante, tiene de todo menos gloria. Hay miedo, dolor, rabia, enfado, angustia y también esperanza, aceptación, ilusión y hasta diversión. Así somos los humanos.
Ni cuando te curas, estás curado, ni cuando sobrevives estás libre de enfermedad. Aprendes a vivir con lo que hay, con lo que queda, con las secuelas, te recompones y sigues adelante, como todos, como cualquiera.
No hay
guerra posible, salvo la que a veces libramos con nosotros mismos cuando estamos
cansados y empezamos a pensar que sería mejor dejar el empeño y relajarnos,
dejar que la enfermedad siga su curso y nos lleve tranquilamente hacia la
muerte, porque no siempre la vida es vida.