sábado, 13 de octubre de 2018

SER ABUELA Y ABUELO

Hace algo más de un año que he pasado a formar parte de esa parte de la humanidad  que formamos las abuelas y los abuelos. 
La verdad es que no me siento diferente a como era antes, pienso lo mismo, opino lo mismo, hago las mismas actividades que antes, no me ha entrado afición por las labores de aguja, sigo siendo trasnochadora y poco casera,... pero hay algo nuevo que no estaba ahí hace solo unos meses.

Yo lo siento como una presión en el pecho que se manifiesta  cuando veo a mi nieta, o cuando pienso en ella. Es una sensación física, es como si el corazón se hiciera más grande y ocupase todo el tórax hasta parecer que no te cabe en el pecho. Tiene un punto doloroso  porque a veces siento que me cuesta respirar.
Con el tiempo voy aprendiendo a reconocerlo y a aceptarlo aunque siempre me sorprendo porque me coge desprevenida y tardo un poco en serenarme. La abrazo con mas fuerza de la debida, me esfuerzo en prestar atención a otras personas, especialmente a otros niños si están presentes, me mantengo un poco distante como si el espacio pudiera librarme de su influjo. Sobre todo aparento para los demás y para mi misma que estoy tranquila, que su presencia no me traspasa y emociona. 

Todo ha sido un poco distinto a como la viví en el embarazo cuando aún era un ser protegido en el vientre de su madre. Escribí entonces algunas de las emociones que me alcanzaron sin saber que solo era el comienzo de algo mas grande que crece cada día.

Ser abuela y abuelo 

Temblar
La primera sensación fue un temblor en el pecho el día que me comunicaron que pronto llegaría un nuevo ser a la familia. Alegría, esperanza, expectación y también respeto para permanecer siempre en un segundo plano, para dejar que tus hijos vivan la experiencia como lo que son, protagonistas de lo que va  a suceder y padres de la nueva criatura. 

Soñar
Comenzar a imaginar cómo será, qué podremos vivir, cuántas experiencias realizaremos juntas, qué podré decirle, enseñarle, mostrarle, para que se adentre en este mundo con emoción y entusiasmo. Qué podrá decirme, enseñarme, mostrarme que me permita descubrir este mundo con ojos nuevos como recién estrenados.

Amar
A nuestros hijos y a sus hijos porque en realidad a través de unos amamos a los otros. Amor que se prolonga, se continua en el tiempo, igual y distinto porque el amor genera más amor. Sentir una mirada que te envuelve, enternecerte cunado tu hijo mira su hijo, descubrir la primera sonrisa, el primer gesto de reconocimiento, la primera caricia y sentir que ahora eres mas consciente que entonces, mas vulnerable, que ahora conoces el valor de cada gesto, sin prisas, sin expectativas, disfrutando del presente e ignorando un futuro que solo a ellos les pertenece.  
   

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