martes, 15 de mayo de 2012

PREGÓN DE SAN ISIDRO II


De nuevo la directora de mi escuela ha convocado el concurso de pregones y esto me ha hecho caer en cuenta de que todo se debe a la crisis y los recortes.
¿Qué le costaba proponerle lo del pregón al señor Sánchez Dragó que siempre le encantan estos eventos?   ¿O a algún cantante de segunda o tercera fila? O mejor aún ¿qué le costaba proponérselo a  algún contertulio/a de la Noria o programa similar?
Pues la misma palabra lo dice, “le costaba” y para que no le cueste pues recurre al socorrido concurso y sale de apuros tan campante y encima presume de directora participativa.
En mi caso y con afán de notoriedad, que no de lucro, entro al trapo y me pongo a escribir mi pregón anual.

Madrileños, madrileñas, visitantes, turistas, personas de paso y todos aquellos que habitan, pernoctan o sencillamente les gusta Madrid, es el momento de conmemorar la fiesta de nuestro patrón y de hacerlo como se debe que  estamos en el siglo XXI.

Ya no se trata de ir a la pradera sino de buscar una plaza, parque o lugar público que tenga la suficiente amplitud y buscar a otro grupo de madrileños que tengan parecido estado de ánimo al nuestro. Es decir un grupo de convecinos que estén hartos de soportar, con paciencia de sufridores, los desmanes de los poderosos. No importa como los llames, para uno serán los banqueros, para otro los políticos, para el de más allá los mercados, para los enterados la globalización, para los prácticos el mangante de turno y así hasta un centenar de denominaciones que un castizo resumiría en “los que tienen la sartén por el mango”.
La fiesta propiamente dicha consiste en hablar de lo divino y humano que es algo que nos priva a los de “Madriz”, arreglar el mundo, proponer imposibles, idear sueños, discutir nimiedades, imaginar utopías, pensar en lo impensable, charlar de lo que se calla, compartir lo mío, y sobre todo disfrutar de ser madrileños  por un rato y de que podemos construir una ciudad más nuestra y más vivible para todos.  
  
En cuanto a la indumentaria cada uno puede ir como quiera aunque el atuendo denominado de chulapo/a no es lo más recomendable ya que estas fiestas suelen terminar como el rosario de la aurora y a veces hay que poner pies en polvorosa con lo que el traje de madrileña incomoda bastante la longitud del paso y la parpusa hay que sujetarla para que no se caiga durante el ejercicio. 
Y no es que a los madrileños nos guste el atletismo, es que a la autoridad competente le ha dado por no parecerle bien que los vecinos se reúnan masivamente a darle al magín y se encarga de movilizarlos a la orden de “disuélvanse” que es la versión moderna del preparados, listos,  ya. Los madrileños/as, aunque somos  gente más bien sedentaria, cuando tenemos que correr lo hacemos a conciencia y en alguna de estas fiestas se han llegado a batir records aunque no están recogidos en el libro del Guiness ese porque somos modestos y no nos gusta presumir.

Para terminar de amenizar la fiesta se ha incorporado la música que se lleva a cabo con cacerolas que se golpean con cucharones o cualquier otro objeto. El problema es que como en  “Madriz” cada uno es de otra parte, intenta hacer el ritmo que le suena de su tierra de origen y  no queda muy armónico, pero en cuanto ensayemos un poco igualaremos a los mejores chotis tradicionales que ya suenan un poco obsoletos y habremos inventado el “chotis remix con cacerola” en vez de con organillo que es un instrumento de otras épocas.
Hasta hemos cambiado el nombre de la fiesta y como ahora todo se hace en lenguaje digital hemos empezado a llamar a la fiesta 15M y el santo tan contento aunque tengo entendido que le disgusta un poco que le llamen  el Santo “perrofaluta”.

Madrileños, Madrileñas     ¡Viva San Isidro!  ¡Viva el 15M! 

¡¡¡Qué vivan!!


       
        

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