domingo, 10 de febrero de 2013

TRABAJO versus PROFESIÓN

Llevo un tiempo preocupada por  las personas que me encuentro en el mundo de la educación que es mi mundo laboral, al que me dedico desde mi juventud,  en el que he desarrollado mi carrera y en el que he crecido como persona y profesional. 

Me sorprende sobre todo la falta de entusiasmo e iniciativa, la resignación ante lo cotidiano, el tono bajo y apagado con el que desarrollan su tarea y el distanciamiento que se gastan frente a los alumnos y las familias,  ya sean niños de primaria, adolescentes, bebés de escuela infantil o jóvenes universitarios.

He tratado de entender este comportamiento por parte de mis compañeros y profesionales del ramo y no llego a entenderlo. Claro todo visto desde mi perspectiva en  la que la educación llena una gran parte de mi vida, ha sido mi vocación desde que tengo uso de razón y enseño hasta en mis ratos libres porque el traje de "maestra" no me lo quito ni con espátula. 

La única explicación que encuentro es esa divergencia que existe entre trabajo y profesión y que no siempre coincide en nuestra experiencia vital y profesional. Lo que para mi es profesión y por lo tanto me enriquece y colma mis expectativas vitales, para muchos otros profesionales es simplemente un trabajo que deben realizar para conseguir un salario y que cumplen como un trámite que ni les satisface ni colma sus aspiraciones. 

También para mi la profesión de educadora es un trabajo en el sentido estricto.  Vivo de ella y mi economía familiar depende de que yo lleve a cabo mi trabajo como educadora. Pero puesto en una balanza el salario nunca ha sido lo más importante en mi desempeño profesional y durante años fue muy inferior a lo que puede esperarse que reciba un licenciado universitario.
No quiero decir que la remuneración que recibimos por nuestro trabajo no sea importante, claro que lo es y constituye un factor de satisfacción en nuestra tarea laboral,  pero no por si mismo ya que sólo el salario no nos convierte en profesionales entusiastas ni, por supuesto, en buenos profesionales. 

Lamentablemente vivimos en una sociedad en que lo importante es la apariencia social, lo que empuja a muchos de nuestros jóvenes a embarcarse en estudios que poco o nada les interesan, buscando una salida laboral que les proporcione el éxito social y económico que todos esperan conseguir en el futuro.  Sin embargo en una sociedad tan cambiante es difícil prever cuales serán las profesiones más solicitadas y con mayor remuneración. Profesiones muy demandadas hace una década, son ignoradas en la actualidad o cuentan con tal número de profesionales que difícilmente puede haber puestos de trabajo disponibles para todos.

El prestigio social que adquieren determinadas carreras también determina estas modas y preferencias profesionales y por supuesto un sistema de selectividad y puntos que hace que determinados estudios  sean refugio de los que no han conseguido nota o una estación de tránsito hasta conseguir plaza en el curso deseado. Para rematar este panorama, nuestro inefable ministro de educación,  cultura y deporte, Jose Ignacio Wert,  se ha dirigido a los estudiantes para aconsejarles que se dejen de tanta/tonta vocación y elijan estudios que tengan salidas profesionales viables y prácticas.    

La universidad ha dejado de ser un centro de cultura y saber para convertirse poco a poco en centros de formación profesional, casi oficinas de empleo, que ofrecen a las empresas empleados de diseño a la medida de las necesidades que determina el mercado. Los pocos reductos de ciencia y saber son denostados como inútiles y faltos de productividad, y ahí tenemos a filósofos, filólogos, matemáticos y artistas justificando sus profesiones y su saber para no ser barridos de las universidades y escuelas. 

Todo menos impulsar en niños y jóvenes el deseo de ser lo quieran ser, de formarse en aquello que les gusta y enseñarles que el trabajo es un medio de supervivencia que depende de la oferta del mercado y de la situación económica, pero que la profesión es una forma de mostrar nuestras capacidades, de crear y enriquecernos , de ser lo que queremos ser, aunque a veces nunca consigamos un salario en el desarrollo de nuestra profesión.  

       

4 comentarios:

  1. ¡Cómo se nota maja que tú no pasas apuros ecónomicos en estos momentos de crisis y tu motivación sigue en auge! jajajaja, permíteme que me ría un poco. Tú economía debe de ser desahogada. A mí lo que me importa es que todos los días mi familia tenga un plato de comida, que pueda pagar mi hipoteca a final de mes, que mi coche viejo me dure mucho y pueda echarle gasolina todos los días para llevar a mis niños al cole y que no pasen frío, como eso.... mil cosas mas. Te aconsejo que si tus compañeros no están motivados, intenta darles a los más cercanos tu sueldo de este mes, seguro que por lo menos les motivas más. Por cierto, ¿has llegado a preguntarles cuál es la causa de su motivación?. Mis motivos; cada vez cobro menos, cada año que pasa me pregunto si conseguiré una plaza en algún centro para poder seguir dando clase y seguir sobreviviendo. Un saludo maja, y la gente se motiva cuando las cosas van bien, y son recompensados por su esfuerzo y su trabajo.

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    1. Si trabajas en educación, puedes imaginar cual es mi salario, pero efectivamente no paso apuros económicos en este momento. Tengo trabajo al menos hasta que termine el curso y cobro todos los meses.
      Si mi motivación dependiera de que las cosas fueran bien y de que recompensaran mi esfuerzo lo iba a llevar claro.

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