domingo, 24 de enero de 2016

PASAR EL TIEMPO


Acabamos de terminar las vacaciones navideñas un tiempo especial que todos los años disfrutamos en mayor o menor medida y ya hemos vuelto a la rutina cotidiana.

Como siempre han pasado demasiado rápido y a pesar de nuestros buenos propósitos se nos han quedado un montón de tareas y actividades sin hacer. Y es que una característica muy especial de las vacaciones y el tiempo libre es la percepción del paso del tiempo. Hagas lo que hagas y tengas los días que tengas, siempre que sea superior a una semana, el ritmo temporal se acelera y todo parece que sucede en un instante.

Los primeros días suelen parecer muy largos, cada poco nos sorprendemos consultando el reloj y descubriendo que apenas ha pasado una hora desde la última vez que lo miramos. Tenemos la impresión de que tenemos mucho tiempo por delante y que por una vez las vaciones nos cundirán todo lo que deseamos.
Pero este espejismo sólo dura unos pocos días porque sin que podamos remediarlo el tiempo se acelera y lo que parecían días interminables se convierten en impresiones momentáneas que saboreamos brevemente cuando ya están acabando.
Los últimos días son especialmente agobiantes porque aunque intentamos alargar los minutos estos parecen escaparse cada vez más velozmente y nuestra angustia sólo consigue empeorar nuestro ánimo.

Con la edad esta experiencia podemos generalizarla al paso del tiempo en general y cada vez percibimos que todo sucede más rápido y que los días se nos escapan entre los dedos. Recordamos con añoranza los largos e interminables veranos de nuestra infancia pero no sabemos cómo recuperarlos.

No quiero dar recetas ni aconsejar remedios milagrosos pero desde hace tiempo he conseguido amortiguar esta sensación y hacer que cada día tenga 24 horas y sentirlas plenamente. El secreto es prestar atención a lo que ocurre en cada momento y olvidarnos de lo que vendrá después.Una de las razones por las que percibimos que el tiempo pasa rápido es porque siempre vivimos el presente en función del futuro,distraemos nuestra atención de lo que está pasando en este momento para planear actuaciones para el tiempo que vendrá.

Estamos en nuestro trabajo esperando el tiempo libre de la tarde y viviendo de puntillas lo que nos está sucediendo en ese momento. Nos perdemos lo maravilloso del invierno imaginándo un radiante día de primavera y cuando llega nos pilla imaginándo las vacaciones de verano y así un día nos damos cuenta de que de nuevo ha pasado el año y casi sin enterarnos.

No todos los momentos son agradables de vivir, hay días, incluso semanas que uno desearía saltarse y aparecer en otro tiempo, pero incluso en esas ocasiones en que el tiempo se hace eterno hay instantes mágicos que nos ayudan a continuar y sobre todo a recordar después con ternura lo que nos pareció tan terrible.

Fijarse en los detalles, alegrarse,compartir lo que nos agrada, preocupa o entristece,apreciar lo cotidiano y darle valor de extraordinario, son pequeños trucos para ralentizar el reloj o al menos para sentir que podemos controlar el tiempo.


2 comentarios:

  1. Siempre he pensado en lo largos (y felices, dicho sea de paso)que eran los veranos cuando era pequeña. En un libro encontré la explicación: "Los niños no tienen pasado ni futuro, por eso gozan del presente, cosa que rara vez nos ocurre a nosotros" (frase del escritor francés Jean de la Bruyere)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La frase resume perfectamente el sentido de lo que quería explicar con mi entrada. Gocemos el presente.

      Eliminar