lunes, 6 de abril de 2015

MUERTOS DE PRIMERA, DE SEGUNDA, DE TERCERA...

Con los sucesos de las últimas semanas hemos tenido ocasión de comprobar de nuevo el distinto tratamiento informativo que se da a las víctimas dependiendo del continente del que procedan.

En menos de 15 días hemos tenido ocasión de angustiarnos con la experiencia de los turistas ocultos en el museo de Túnez intentando salvar la vida, mientras que un grupo de terroristas acribillaban a todo aquel que encontraban a su paso.


Sin tiempo para asimilar completamente la noticia, cuando analistas y politólogos empezaban a desgranar opiniones y justificaciones sobre el hecho, una nueva desgracia más grande si cabe vino a distraernos;un avión se estrellaba en los Alpes dejando 150 víctimas.
Y de todas las posibles hipótesis que podríamos haber imaginado, accidente, atentado, fallo técnico,...  la más sorprendente y terrible se fue abriendo paso a las pocas horas, el copiloto había estrellado el avión voluntariamente.

Si el despliegue informativo era ya numeroso antes de conocer la causa del accidente, esta nueva información consiguió que todos los medios de comunicación se lanzaran  sobre familiares, amigos, conocidos, vecinos, o de cualquiera, que quisiera contar, opinar o aportar algún dato por insignificante que pudiera parecernos, y hacérnoslo llegar con gran lujo de detalles y con ese tono teatral y artificioso que ponen los comentaristas cuando tienen que darnos, lo que ellos piensan es una noticia emocionante.

Hemos visto en repetidas ocasiones los restos del avión y el pasaje esparcidos por las laderas de las montañas, hemos escuchado hasta la saciedad  detalles sobre la vida, estudios, ideas y sueños del copiloto, nos han explicado las peculiaridades del proceso de duelo que sufrirán las familias y afortunadamente, en esta ocasión los periodistas, no han podido traspasar algunos límites y los familiares no han sido  acosados y preguntados hasta el agotamiento sobre sus sentimientos y opiniones.
También conocemos al detalle aspectos sobre la seguridad en cabina y las normas que habrá que modificar para que volvamos a sentirnos seguros cuando volamos y no miremos con sospecha a los pilotos o copilotos pensando que bajo esa gorra y chaqueta con botones dorados puede cobijarse un psicópata o un suicida en ciernes.

Habían pasado sólo nueve días cuando una matanza de similar categoría se produjo en la universidad de Garissa en Kenia. 148 estudiantes fueron asesinados por el grupo terrorista Al Shabab. Podríamos pensar que de nuevo los medios  centrarían el foco de atención en este suceso y dejarían a un lado las noticias del accidente áereo,... pues no. Las noticias de Kenia llegan a través de imágenes e información que de forma privada trasmiten, organizaciones, blogueros y agencias independientes de noticias. Los periódicos tardan casi tres días en hacerse eco de la noticia y las televisiones apenas incluyen  un titular entre la aparición de la segunda caja negra del avión siniestrado y el acuerdo de EEUU con Irán.  

Definitivamente no todos los muertos son iguales, ni el dolor de las familias tampoco, parece que si vives en un país africano estás más preparado para el dolor, puedes encajar la muerte de un ser querido sin que los psicólogos de oficio te atiendan y arropen, sin que te preparen funerales públicos y el estado se haga cargo de todas tus necesidades. Si vives en un país de negros, la muerte se supera a pelo, casi sin despeinarte o totalmente despeinado porque dentro de nada habrá otra matanza horrorosa y entre una y otra no da tiempo a recuperarse.

Nosotros, los que vivimos al otro lado, los que sólo miramos, deberíamos, al menos,  tratar con el mismo interés  a todos los muertos  y  documentarnos un poco para identificar a cada uno con su país de origen, aunque Nigeria y Kenia nos parezcan lo mismo y seamos incapaces de colocarlos en un mapa.    

        

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